Born in Barcelona in the middle of a famous theatrical family, she studied classical acting and worked as an actress with directors including Robert Lepage and Maurizio Scaparro, her work ranging from roles such as Doña Inés in Zorrilla’s Don Juan Tenorio (Compañia Nacional de Teatro Clásico) to parts in film and television.
Since 2005 she has worked as an opera director and assistant director for companies including The Royal Opera House, London; La Monnaie de Munt, Brussels; Teatro Real, Madrid; Opera Australia, Sydney; Copenhagen Opera House, Denmark; Gran Teatre del Liceu, Barcelona; El Teatro Maestranza, Sevilla; Teatro Colón, Buenos Aires and Teatro Solis de Montevideo, Uruguay.
She has assisted directors including Jonathan Miller, Romeo Castellucci, Klaus Michael Grüber, Robert Carsen, Sir David McVicar, Laurent Pelly, Kristof Warlikovsky, Christof Marthaler, Sir Richard Eyre, La Fura dels Baus, Robert Wilson, and Robert Lepage.
As a revival director she was in charge of Francesca Zambello’s Don Giovanni, Richard Eyre’s La traviata, Sir David McVicar’s Le nozze di Figaro, Salome and The Magic Flute at the Royal Opera House; Robert Lepage’s The Rakes’s progress at La Monnaie, Kasper Holten’s Eugene Onegin and Das Liebesverböt at Sydney Opera House and Teatro Colon Buenos Aires, among others.
Her own work as a director include Le cinesi, The House of Bernarda Alba (Ópera XXI Award for Best Production) and El rey que rabió at Teatro de La Zarzuela in Madrid; Shakespeare’s play A Midsummer’s Night Dream at Teatro Clásico in Madrid; Un avvertimento ai gelosi at Palau de les Arts, Valencia; La del manojo de rosas at Teatro Solis in Montevideo, Uruguay; La sonnambula at Teatro Real in Madrid, Winterreise at Gran Teatre del Liceu in Barcelona.
Most recently, she directed La regenta in Madrid, for Teatro Real in co-production with Teatro Español, Don Juan no existe at Festival de Peralada, a coproduction between Gran Teatre del Liceu, Teatro Real, Teatro de la Maestranza de Sevilla and Teatros del Canal, Marina at Teatro de La Zarzuela, Madrid, La bohème at the Tiroler Festspiele in Erl, La sonnambula at Gran Teatre del Liceu, Salome at Teatro Colón in Buenos Aires.
Upcoming plans include Tristan und Isolde at Gran Teatre del Liceu, as well as revivals of La bohème at Teatro di San Carlo, and Marina at Teatro de la Maestranza.
Gianluca Macheda
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Martina Biagini
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“La dirección escénica del nuevo montaje firmado por Bárbara Lluch logra transmitir las emociones de un libreto que, si bien carece de profundidad, ha sido enriquecido gracias a las maravillosas voces protagonistas de este reparto. Lluch tiene una mirada fresca ante la obra, equilibrando la individualidad de cada personaje con la narrativa colectiva.”
Rocío GARCIALONSO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL
“Marina, pese a su innegable belleza musical y el magisterio técnico del compositor, no deja de pecar de convencionalismos de época que dificultan cualquier actualización. Por ello tiene mucho mérito la lectura que realiza Bárbara Lluch desde una dirección de escena sutil y ambiciosa a la vez. La historia de amor entre Marina y Jorge y los consiguientes malentendidos en los que se enredan demasiado tiempo para la simpleza de la peripecia, Lluch los ve como un retrato de las “inseguridades, los complejos y la incertidumbre” de una pareja muy joven e inmadura, pese al derroche de emocionalidad y el consiguiente sufrimiento acarreado. Lluch tiene, para esta lectura, una fuerte complicidad con los cantantes que protagonizan esta producción.”
Jorge Fernández Guerra, El País
“El preciosismo de Marina exige de unos profesionales a la altura, capaces de levantar una obra de estas características: un escenario, una dirección musical y escénica y unas interpretaciones antológicas. Y esto es lo que ha sucedido en el nuevo montaje que aquí nos convoca. Una ópera que apenas se deja ver en la cartelera y que llega en su versión operística —es decir, donde la música lo inunda todo sin permitir partes habladas—.
¡Y qué puesta en escena de Barbara Lluch, escenografía de Daniel Bianco y vestuario de Clara Peluffo! En su conjunto logran un tableau vivant sorprendente: un fondo marino en constante movimiento de nubes y tonalidades celestes, dignas de la mejor de las paletas elaboradas por Turner; una arquitectura como gran malecón de madera a dos alturas —o un astillero con doble piso, grises y claroscuros—; una gran afluencia de figurantes, incluyendo bailarines y coro —el ojo debe de elegir constantemente dónde mirar ante tal despliegue de vida—; una Orquesta de la Comunidad de Madrid pletórica sostenida por la firme batuta de José Miguel Pérez-Sierra y unos intérpretes de lujo: en el papel de Marina la soprano Marina Monzó —casualidad de coincidencia entre nombre de ficción y real—, con una voz capaz de toda coloratura imaginable; el tenor Celso Albelo interpretando a Jorge y ejecutando esos do de pecho tan sorprendentes que nos brindó —difícil olvidar a Kraus en este papel pero sin duda a la altura de su rol—; el barítono romano Pietro Spagnoli como Roque, de gran profundidad vocal. Todo ello confabula para conseguir hacernos olvidar los límites de los tres muros del escenario y hacernos viajar a un lugar y tiempo pasados e imaginados, con su propia banda sonora. Esa es la magia de la ficción escénica.”
Javier Mateo Hidalgo, El Imparcial
“La directora de escena Bárbara Lluch condujo una ceremonia en la que, a diferencia de otras ediciones post pandemia en las que se acumulaban agradecimientos a través de videos, esta vez todos los premiados estaban presentes. Entre otras razones, porque de manera ¿puntual? se cambiaron los estatutos de los Ópera XXI a fin de que el jurado se centrara únicamente en candidatos nacionales, abriéndose una categoría extra de Mejor Artista Internacional. Esto, sumado al hecho de que Lluch quiso que los galardones los entregaran personalidades de muy distintos ámbitos que tienen en común que aman la lírica, contribuyó a que la gala se convirtiera en una celebración social y cultural de la ópera en España.”
Maricel Chavarría, La Vanguardia
“El diseño escénico de Lluch (subrayado por el vestuario de Gabriela Salaverri, la escenografía de Carmen Castañón y la iluminación de Urs Schoenebau) funciona a la perfección, consiguiendo extraer de los reducidos elementos escénicos auténtica vida teatral. Imaginación y variedad en los movimientos de los personajes, pequeños gags sabiamente situados y alusiones elegantes a las relaciones de deseo entre los personajes fueron fielmente seguidas por los cuatro personajes originales de la obra de Metastasio-García. Y ya que este año se cumplen los doscientos del nacimiento de Pauline Viardot, ha sido todo un hallazgo el invocar su figura en el momento en el que Silango, de regreso de Europa, les explica las libertades con las que viven allí las mujeres. Con un bello efecto de luces aparecen en escena en ese momento dos visiones que interpretan tres canciones de la hija de García.”
Andrés Moreno Mengíbar, Scherzo
“La regia di Bárbara Lluch non si articola soltanto attraverso uno studio scrupoloso della recitazione, che oppone tra loro i personaggi, rendendo palpabili i conflitti e le diffidenze interni alla comunità rurale; anche le scene essenziali (Christof Hetzer) e le luci differenziate e allusive (Urs Schönebaum) contribuiscono al progetto complessivo, ulteriormente arricchito da numeri coreografici (Iratxe Ansa e Igor Bacovich) che impegnano nove danzatori sulla scena.”
Michele Curnis, GB Opera“Lluch […] ha salido airosa con un reconocimiento unánime del público por una labor digna que seguramente recorrerá numerosos teatros. No hay tantas producciones de Sonámbula y todo apunta a que ésta girará bastante por lo apañada que es.”
El Español
“Um der Handlung einen Hauch moderner Psychologie zu geben und Amina als Frau verständlich werden zu lassen, traf die katalanische Regisseurin Bárbara Lluch mehrere eingreifende Entscheidungen. Das Dorf, das wir uns sonst als Schauplatz einer blassen Pastorale vorstellen, wird in Cristof Hetzers Bühnenbild zu einem Ort zwischen Rückständigkeit und den Verwüstungen der Industrialisierung, bewohnt von harten, abergläubischen Menschen. Wie in einem Film der Coen-Brüder hängen zwei aufgeknüpfte Figuren hoch oben in einem einsam herumstehenden Baum. Die Mitglieder des Chors, der eine aggressive Präsenz entfaltet, wirken durch ihr Mienenspiel wie entrückte Eiferer, die paar Kinder auf der Bühne verstockt und verschlossen. Bis in dieses Niemandsland der Provinz hat es die Kunde, dass Menschen schlafwandeln und in diesem Zustand seltsame Dinge tun könnten, noch nicht geschafft, und die moralische Verurteilung, die das Dorf gegen Amina wegen ihres vermeintlichen Fehltritts ausspricht, ist so harsch wie selbstgerecht.”
Paul Ingendaay, Frankfurter Allgemeine







